Isaías 11:2
«Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová.»
Esta no es la primera ocasión en que el profeta Isaías había anunciado al Mesías; pero aquí establece una descripción de las cualidades que poseería y que al reconocerlas debe llenar de profundo gozo y de verdadera confianza nuestras almas. Considera lo que se anunciaba de Cristo, el Mesías:
- «Reposará sobre Él el Espíritu de Jehová…»: No solamente experimentaría al Espíritu de Jehová, sino que “reposaría sobre Él”. Esto debió causar el asombro para aquellos a quienes Isaías profetiza, pues en la antigua dispensación (Antiguo Pacto) no se hablaba de una permanencia del Espíritu Santo. Por supuesto, esto no significa que en el AT los creyentes no tuvieran el Espíritu de Jehová, pues sin Él nadie podría ser regenerado; pero más bien era común referirse al Espíritu como “viniendo” sobre las personas para una ocasión específica, por ejemplo: «Entonces el Espíritu de Jehová vino sobre Gedeón, y cuando este tocó el cuerno, los abiezeritas se reunieron con él.» (Jueces 6:34). O bien, se hablaba del Espíritu de Jehová como estando con los reyes para capacitarlos para su labor, como en el caso de David: «Y Samuel tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos; y desde aquel día en adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David. Se levantó luego Samuel, y se volvió a Ramá.» (1 Samuel 16:13). Pero del Mesías se dice que sobre Él reposaría, es decir, moraría el Espíritu de Jehová. Ahora piensa, si los jueces de Israel y un rey como David hicieron grandes liberaciones y derrotaron enemigos que los superaban cuando el Espíritu de Dios “venía” sobre ellos; ¿cuánto más grande sería entonces la capacidad del Mesías que Isaías estaba anunciando para dar libertad a Su pueblo? Bueno, este Mesías ya se dio a conocer. El Señor Jesucristo vino a traer una liberación completa por la unción con que fue ungido, a Él se le dio el Espíritu plenamente: «Porque el que Dios envió, las palabras de Dios habla; pues Dios no da el Espíritu por medida.» (Juan 3:34). En Cristo, el Mesías; el Padre demostró que la verdadera libertad no se obtiene con ejército ni con fuerza, sino con Su Espíritu (cp. Zacarías 4:6).
- «…espíritu de sabiduría y de inteligencia…»: Aquí se describe también que el Mesías sería completamente dotado de sabiduría para ejercer Su labor. ¿Quién confiaría en un gobernante ingenuo y falto de inteligencia? ¿No anhelan más bien las naciones gobernantes competentes y sabios para que puedan regir de manera apropiada? Ahora bien, aunque hubo algunos pocos reyes que hicieron lo bueno en Jerusalén, de ninguno de ellos se podría hablar de que fueran completamente dotados de sabiduría e inteligencia. David, el gran rey de Israel, fue insensato al pecar contra Jehová gravemente. Salomón, conocido por su sabiduría superior a todos los demás hombres, también se halló deficiente y su corazón se desvió por causa de las muchas mujeres que tomó para sí. Pero el Mesías Salvador tendría una dotación plena de sabiduría e inteligencia. Esto significa que podemos descansar en las palabras y el ejemplo de Cristo con toda confianza. Es más, fue Él quien habló por medio de los escritores bíblicos en todas las cosas ciertísimas que escribieron como Palabra de Dios. Sus enseñanzas no tienen una gota de falsedad o veneno, su sabiduría celestial no está mezclada con la sabiduría de este mundo y su entendimiento sobre todas las cosas es perfecto; de modo que en sus palabras podemos descansar porque siempre nos dirigirán a la verdad.
- «…espíritu de consejo y de poder…»: El “espíritu de consejo” distingue al Mesías Salvador como uno que tiene el más alto grado de prudencia y sensatez. Sus instrucciones y consejos son siempre seguros y oportunos. Él sabe cómo actuar y aconsejar en cada situación y ante las debilidades particulares de sus gobernados. Por otra parte, el espíritu de “poder” lo califica como uno valiente, lleno de coraje y con el poderío necesario para llevar a cabo todo. Este es el Salvador que necesitamos, uno que es todopoderoso.
- «…espíritu de conocimiento y de temor de Jehová.»: El Redentor ungido por Dios no sería un ignorante, sino que estaría lleno de conocimiento. Cristo conoce plenamente a Su Padre, es uno con Él. Conoce perfectamente la voluntad del Padre y las Sagradas Escrituras que transmitió para nuestro conocimiento de Él. No ha habido ningún intérprete como Cristo y tampoco lo habrá jamás. Lo que Él dice está en conformidad a la voluntad de Dios y es la interpretación correcta de lo que Dios ha hablado. Por eso en el sermón del monte Él decía: “Oísteis que fue dicho… Pero yo os digo…”. No porque estuviera cambiando la enseñanza de Dios, sino porque más bien estaba aclarando o corrigiendo lo que los antiguos no expusieron bien o claramente. Además, el Mesías y Salvador estaría dotado de un verdadero y perfecto “temor de Jehová”. El Señor Jesucristo no hizo absolutamente nada contrario a la voluntad de Dios. Nunca pecó, nunca se dejó seducir por las cosas del mundo, sino que todo lo hacía según la voluntad de Su Padre. ¿Acaso esto no debe llenarnos de alegría? Claro que sí, pues en Cristo tenemos un Salvador perfecto que nunca pedirá nada que sea contrario a la ley santa de Dios. Él es además nuestro ejemplo de cómo servir a Dios. Es ejemplo de lo que significa temer a Dios y cómo se manifiesta este temor en la manera de vivir.
¿Has considerado la grandeza de Cristo? Él es superior a todos. Él es el único capaz de libertanos de la terrible esclavitud del pecado. Él es quien con Su Palabra nos puede guiar a la verdad y a la vida eterna. Él es en quien podemos descansar confiadamente. Él es el todopoderoso que puede cambiar nuestros corazones, y que para hacerlo murió y resucitó, para justificar a todos los que creen en su Nombre y limpiarlos de todos sus pecados. Él es quien nos instruye para vivir como agrada a Dios. Dicho de otro modo: ¡Cristo es el Perfecto Salvador! Si tienes a Cristo como Salvador te espera una eternidad feliz; pero si no te has aferrado a Él por la fe, si no has creído en Él y no te has arrepentido de todos tus pecados, entonces teme, pues con toda su sabiduría y poder Él juzgará y pagará a cada uno según sus obras. No mueras de hambre y en la miseria cuando Cristo, el Pan de vida y perfecto Salvador, te ofrece gratuitamente el perdón de pecados y la vida eterna.